sábado, 19 de julio de 2008

Varias de Jaime

«No hay hombres como yo. Soy único.»

«There are no men like me. There's only me.»

«—Me gané el título. No me regalaron nada. Gané un torneo a los trece años, cuando aún era escudero. A los quince, cabalgué con Ser Arthur Dayne contra la Hermandad del Bosque Real, y él me armó caballero en el campo de batalla. Fue esa capa blanca la que me mancilló, y no al revés. Así que ahorradme vuestra envidia.»

«De no ser por su preciado juramento, me haría pedazos aquí mismo —reflexionó—. Mejor, estoy harto de su patética devoción y de que me juzgue una doncella.»

«La armadura dorada, no la blanca, pero nadie se acuerda nunca de eso. Ojalá me hubiera quitado también la capa de mierda.»

«-Soy el Lord Comandante de la Guardia Real, mocoso arrogante. Soy tu comandante, al menos mientras vistas esa capa blanca. Ahora, envaina esa espada de mierda, o te la quitaré y te la meteré hasta un lugar que ni siquiera Renly encontró jamás.»

«-Prefiero enemigos honorables que no sean ambiciosos, me costará menos dormir por las noches.»

«We ought to count ourselves fortunate," the man said. "The king might as easily have named one of his brothers, or even Littlefinger, gods help us. Give me honorable enemies rather than ambitious ones, and I'll sleep more easily by night.»

«The man looked over at the woman. "The things I do for love," he said with loathing. He gave Bran a shove.»

«-Qué cosas hago por amor.»

«Moza estúpida, testaruda, adefesio. —¿Dónde estaría?—. Dale fuerzas, Padre.» Casi una plegaria... Pero ¿invocaba al dios, al padre de todos, cuya imponente estatua relucía a la luz de las velas al otro lado del septo? ¿O estaba rezando al cadáver que yacía ante él?
«¿Qué más da? Ni el uno ni el otro me escucharon nunca.» El Guerrero había sido el dios de Jaime desde que tuvo edad suficiente para empuñar una espada. Otros hombres podían ser padres, hijos, maridos, pero no Jaime Lannister, cuya espada era tan dorada como su cabello. Era un guerrero, y nunca sería otra cosa.

—Siento mucho tu pérdida.
—Ahora tengo una mano nueva, de oro. —Se la mostró.
—Muy bonita. ¿También te vas a hacer un padre de oro? —La voz de Lady Genna era áspera—. Me refería a la pérdida de Tywin.

—Querida hermana —dijo—, el Rey quiere hablar contigo.
Los bucles dorados de Cersei flotaban en el agua de la bañera. La estancia estaba llena de vapor. Una gota de sudor le corrió por la mejilla.
—¿Tommen? —dijo con voz peligrosamente dulce—. ¿Qué pasa ahora?
El niño conocía aquel tono, y se encogió.
—Su Alteza quiere su corcel blanco mañana —dijo Jaime—. Para la lección de justas.

—Tienes invitados, ya. ¿De qué conspiración se trata esta vez? Hay tantas que les pierdo la pista.

«Os ofrecería mi espada, pero la he extraviado.»

«-Me llamo…
-Brienne, sí. ¿Os ha dicho alguien que sois tan aburrida como fea?
-No provocaréis mi ira, Matarreyes.
-Sin duda podría hacerlo si me importara lo suficiente.»

La ley de la selva

-Decidme, mi señora, ¿acaso los lobos huargos votan sobre quién va a dirigir su manada? Ya ha pasado el momento de hablar. Ahora se trata de ver quién es más fuerte.
Renly Baratheon, Choque de Reyes

—Os profetizo muchos males a vuestra raza —dijo Zoltan Chivay con aire triste—. Todo animal racional de este mundo, cuando cae en la pobreza, la necesidad o la desgracia, acostumbra a unirse a sus hermanos porque entre ellos es más fácil soportar los tiempos malos, pues el uno ayuda al otro. Pero entre vosotros, humanos, cada uno mira solamente cómo sacar algo de la desgracia ajena. Si hay hambre, entonces no se reparte la comida sino que se devora al más débil. Tal proceder tiene sentido para los lobos, permite que sobreviva el individuo más saludable y fuerte. Pero en las razas dotadas de razón esa selección permite por lo general que pervivan y dominen los mayores hijos de puta. Las consecuencias y pronósticos de esto los habréis de sacar vosotros mismos.
Zoltan Chivay, Bautismo de Fuego

Algunas clásicas de CdHyF

-Os lo advertí. Os advertí que no confiarais en mí.
"A Lannister always pays his debts."
-Pero una mente necesita de los libros igual que una espada de una piedra de amolar, para conservar el filo.
-Me llamo…
-Brienne, sí. ¿Os ha dicho alguien que sois tan aburrida como fea?
-No provocaréis mi ira, Matarreyes.
-Sin duda podría hacerlo si me importara lo suficiente.
-Quiero que comprendas esto, Bran: el hombre que confía en los hechizos, se bate en duelo con una espada de cristal.
-No lo olvidéis cuando juguéis al juego, Sansa.
-¿Qué... qué juego?
-El único juego que importa, el juego de tronos.